BIOGRAFÍA – Sus inicios

Album Familiar

Pedro Delgado nació el 15 de abril de 1960, en la ciudad de Segovia (España). Es el tercer hijo de Victorina y de Julio, sus padres y sus hermanos: Marisa, Victoria y Julio. Sus primeros años transcurrieron con problemas de salud, era un niño enfermizo, era «poca cosa de pequeño, según decían mis familiares. Recuerdo de ver a mi madre acercarse a mi cama, trayéndome zumos de frutas y, mientras lo bebía, me dirigía unas palabras de cariño para que me pusiese pronto bueno». A los 12 años y después de pasar tres meses en cama, a causa de una hepatitis, la salud de Pedro se estabilizó y comenzó una nueva época para él.
«Siempre me ha gustado mucho la práctica del deporte, tanto en el colegio, como en el barrio, donde gran parte de nuestro entretenimiento estaba siempre centrado en el deporte, jugaba a cualquier cosa, baloncesto, fútbol, carreras a pie, frontenis,…»
Cursa sus estudios en los colegios de Santa Eulalia y Calvo Sotelo, y más tarde, el bachillerato en el Instituto Andrés Laguna, todos de ellos de Segovia. Era un estudiante normal, solía aprobar todo, aunque curiosamente su bestia negra fuera el francés. Todo lo fue compaginándolo con sus entrenamientos de ciclismo.

Las primeras pedaladas

Pedro no tiene antecedentes familiares en el mundo del ciclismo, ni en el deporte. Su primer recuerdo sobre una bicicleta proviene del barrio, con 9 o 10 años, donde un vecino y amigo (Jose) dejaba la bicicleta a toda la barriada. «Por aquel entonces, casi ningún chaval del Pío XII (mi barrio) tenía bicicletas. Poco a poco, sus padres se las fueron comprando y en los veranos, iban al río a bañarse u organizaban excursiones en bici para dar una vuelta por los alrededores de Segovia. Como yo no tenía, me quedaba en el barrio solo».
«Mi primera bicicleta la conseguí ayudando a mi hermano Julio (más decidido que yo) a repartir periódicos (El Adelantado de Segovia). Después de tres meses ahorrando, le convencí para comprar nuestra primera bicicleta. Fue de la marca Orbea (una marca que años más tarde, formó un equipo ciclista profesional en donde milité en 1985 y gané la Vuelta a España) era azul, de chica, como se decía entonces por no tener barra horizontal, nos costó 3.000 ptas. Pero yo quería algo más importante, una de carreras y así después de varios meses ahorrando, pude comprarme mi primera bicicleta de carreras, me costó 5.000 ptas., y aunque era de hierro, era una maravilla».

Llega al mundo del ciclismo

En el colegio, Pedro tenía un amigo, Frutos Arenal, éste competía en ciclismo y de vez en cuando le acompañaba a su casa para que le enseñase las copas y medallas que había conseguido en las últimas carreras, así como su bicicleta de carreras. «Vaya bici más güay, no pesaba nada a comparación de la mía». Pedro, le acompañaba en ocasiones en sus entrenamientos y Frutos le animó a sacar la licencia federativa para poder participar tambien en las carreras. Así en otoño de 1974 participó en su primera carrera ciclista, con un pantalón corto de atletismo, una camiseta, unas zapatillas de deporte y su cabalgadura de hierro, fueron los Campeonatos Provinciales de Segovia, «como no había una gran participación, todas las categorías salíamos juntas. No sé si fui tercero o cuarto de mi categoría al estar todos mezclados». A partir de entonces se apunto en la Escuela de Ciclismo de Segovia y al año siguiente, como cadete, comenzó a participar más regularmente.

Después de tantas incidencias, ¡por fin!, consigue su primera victoria deportiva. La primera vez en su vida que cruza en primer lugar por la línea de Meta. Su primer triunfo, su primer trofeo, sus primeros aplausos de vencedor.

Cadete

Estamos en 1975 y Pedro comienza su periplo como ciclista, en éste año participó en unas doce carreras, con dos victorias, la primera de ellas con anécdota incluida. «Algunos fines de semana se celebraban competiciones en un polígono industrial de Segovia, dábamos más o menos vueltas según la categoría infantiles(12 y 13 años) o cadetes(14 y 15 años). Cada grupo a su vez, llevaba un desarrollo limitado a su categoría (como se sigue haciendo ahora) y no se podía llevar una multiplicación mayor que la fijada. Durante mi prueba consigo escaparme. Faltando una vuelta y media para su conclusión, de pronto se me rompió la bicicleta (el cambio de piñón se metió en la rueda trasera), que rabia lo más difícil estaba hecho y ahora que iba a conseguir mi primer triunfo me pasa esto. El público estaba compuesto por padres y participantes de las otras categorías. Casualmente, donde sufrí el incidente había allí un infantil con su bici. Me acerque a él y le dije, implorante: ¿Me dejas tu bici? Me contestó: Sí, sí, cógela (en Segovia nos conocemos todos). Y cogí su bici. Con los nervios (se iban acercando los adversarios) rompí la correa del pedal al apretarla. Como loco daba a los pedales, pensando que me iban a coger y perder la carrera, llevaba una desventaja de multiplicación sobre mis perseguidores, al realizar el cambio de la bicicleta, pues ésta llevaba un desarrollo para infantiles. Cuando cruce la Meta con los brazos en alto no me lo podía creer«.
En el otoño, de nuevo en el Campeonato Provincial de Segovia de ese año, viene a participar un equipo juvenil de los llamados buenos (más bien a ver a ese corredor que por distintos medios le habían informado de un chaval que andaba muy bien), era Moliner de Valladolid y si bien Pedro no pudo con ellos, el buen sabor de boca dejado en este equipo, hizo que después de la carrera, se acercarse su director (Ramón Chamorro Moliner) y le fichase para el año siguiente. Eso sí, con una condición que puso don Julio (su padre), que como no llevase bien los estudios, no iría a competir con el equipo.

Juvenil (1976-1978)

«El equipo Moliner ya era serio, bien formado, con corredores muy buenos en su categoría me hizo tomar enseguida contacto con la elite del ciclismo nacional». Comenzó a correr en toda España y pronto empezó a ser conocido en los ambientes de ciclismo y temido cuando se trataba de carreteras cuesta arriba. Así consiguió una treintena de victorias en esta categoría.
A mitad de temporada de 1978, decide pasar a aficionados, su nivel estaba contrastado en juveniles y quería nuevos rivales «a medida que se sube de categoría, ganar una carrera es cada vez más difícil, y nadie regala nada« y él estaba impaciente, cansado de que sus rivales fuesen los mismos y algunos de ellos hacían siempre la carrera a su rueda.

1976, su primer equipo, Moliner, donde comenzó a crecer como ciclista.

Aficionado (1978-1981)

Debutó en esta categoría por todo lo alto, en la segunda carrera en que participa, la Vuelta a Lérida, está a punto de ganarla (termina segundo) más tarde consiguió varias victorias ese mismo año.

Con esa proyección sigue formando parte integrante de la selección española de ciclismo participando en el Tour del Porvenir en septiembre de 1979, donde logra la victoria en la etapa reina, frente a la potente y dominadora selección rusa por aquellos años. Se confirma como uno de los mejores escaladores del mundo del ciclismo.
Al final de ese mismo año, con 19 años, tiene tres ofertas para dar el salto al campo profesional, pero el servicio militar obligatorio en España y los estudios, le hace ser cauto y posponer las ofertas al profesionalismo. El ciclismo de competición siempre se lo había tomado como un hobby, no como un fin en sí y aunque todo el mundo le hablaba de lo bueno que era, que tenía madera de campeón, él, se lo tomaba con calma. Se lo pasaba superbien yendo y viniendo por España y Francia, cosechando triunfo tras triunfo, haciendo nuevos amigos y el hablarle de correr con profesionales, le atraía, pero no perdía la cabeza por ello. Al igual que sus padres no creía que fuese a vivir del ciclismo, todo esto era una aventura.

Pedro Delgado, en ese Tour del Porvenir, demuestra a todos (especialmente a los rusos, grandes dominadores) su categoría como escalador. Su primera gran victoria internacional, en la etapa reina del Tour del Porvenir, 1979.

Hubo momentos duros en este período, como anécdota puntual recuerda un Giro de Aficionados en que «se rodaba a mil, con viento de costado y tenía que realizar grandes esfuerzos para no perder la rueda del pelotón. Iba chupando cuneta como un poseso, subíamos repechos y más repechos y mis piernas no daban mucho más de sí. Estás en ese momento en que entregas la cuchara o aguantas un poco mas. Veo que a mi lado se encuentra mi compañero de selección, Angel Camarillo (los dos por aquella época estudiábamos, él Económicas y yo COU), nos miramos uno al otro y en un pequeño parón de la carrera, coincidimos los dos en nuestro estado de ánimo ‘no puedo con mi alma, esto del ciclismo no esta hecho para mí. Cuando llegue a casa, a estudiar como loco y dejar el ciclismo para otros’. Unas veces llueve, otras hace frío o estas enfermo, pasas días con la moral por los suelos, cansado de pasar penalidades, con ganas de decir, ¡basta ya!, pero cuando llegas al hotel, te duchas, te pones ropa limpia y recibes el masaje diario… cambias, no sólo tu aspecto exterior, sino también el interior y parece que no lo has pasado tan mal… sigues un día más».

Con la selección española, en la Guillermo Tell, en Suiza, 1980

Le toca ir a Tenerife a cumplir el servicio militar, donde a pesar de no tener mucho tiempo para entrenar, consigue tantas victorias como pruebas en que participa con el equipo Jhon Haig. En junio regresa a la península y con el equipo Reynolds de aficionados consigue nuevas victorias. Vuelve a recuperar un poco de su forma física del año pasado con la selección española de ciclismo, pero los chuscos se le atraviesan de vez en cuando y le cuesta mantener su nivel competitivo.Y llega la hora de la verdad, todo ciclista sueña con ser profesional, con rodar con los mejores y tal vez, participar en la Vuelta a España o en el Tour de Francia. Entre dos ofertas, decide continuar con Reynolds, ya como profesionales.

De las 12 pruebas que participa durante la «mili» en Tenerife, consigue la victoria en todas ellas. Gracias a un permiso durante el servicio militar, Perico ficha por el equipo Reynolds de amateur.